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Parque Nacional de Sierra Nevada

El mulhacen desde el peñon del Globo

El Mulhacén desde el peñon del Globo

Paseando por cumbres salvajes

Desde la vega de Granada se divisa a lo lejos la inmensa mole alargada con sus cumbres cubiertas de nieve, que es Sierra Nevada. Desde aquí, que poco nos podemos imaginar los tesoros que oculta. Tras esas aparentes desnudas rocas, se nos muestra una diversidad sorprendente.

Si el Parque Nacional de Doñana se le conoce muy especialmente por su fauna, el otro Parque Nacional Andaluz el de Sierra Nevada sobresale por su vegetación, por contar con la flora endémica más importante de Europa, esta, gracias entre otras características a su altura y su baja latitud. Es por esa variedad junto con su paisaje y también su fauna, que en el año 1.986 fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, tres años después Parque Natural y el día 17 de Diciembre de 1988, a la mitad del Parque se le concedió la máxima protección de Parque Nacional , convirtiéndose en el duodécimo español.

Pero muchos años antes numerosos escritores hablaban de esta sierra. El poeta Zorrilla llega a esta zona “ungido por la historia y por la leyenda, donde un sol africano acaricia unas nieves extrañas”. Y Washington Irving nos muestra en sus Cuentos de la Alhambra lo que nos ofrece esta Sierra Nevada: “la fresca vegetación y templados aires de un clima septentrional con el vivificante ardor del sol de los trópicos y el claro azul del cielo del mediodía”.

La luz “que lo envuelve todo”, en palabras de ese autor, la claridad del invierno, a la que le siguen unos amarillos primaverales, y en las partes altas -donde la primavera es tardía- en junio se llenan de colores sus lomas gracias a la floración de los piornos, contrastan con los carámbanos que cubren la mitad de las lagunas. De este color hablan todos los que visitan Sierra Nevada. Muchos de ellos intentaban dormir en algunas de sus cumbres para desde ella maravillarse de sus largas puestas de sol y sus afilados amaneceres, al ser en estas el primer sitio donde brilla el sol. De ahí viene que tradicionalmente a la Sierra Nevada se le conociera como “el Monte del Sol”, para los romanos Mons Solarius y para los árabes Sulayr.  Aunque así mismo estos lo llamaban, y así es como se ha mantenido, Monte de Nieve: Yabal al Taly.

El sol y la nieve han sido ancestralmente su definición. Así se expresa en una copla popular que recogió Henríquez de Jorquera en el S. XVII:
“Tres cosas hay en Granada que duran el año entero: Nieve en Sierra Nevada, arrebol para la cara y en la calle Elvira, cieno”
El sol brilla mas de 250 días al año y por ello la realidad es que en verano sobreviven pocos neveros, solo algunos que se mantienen escondidos en sus caras nortes. Porque no debemos olvidar que aunque tenga un paisaje glaciar, esta “sierra nevada” se encuentra al lado de Africa. Sobre su regalo de la nieve nos sigue contando Washington Irving: “Este es el aéreo tesoro de nieve que, derritiéndose en proporción con el aumento de temperatura del estío, deja correr arroyos y riachuelos por todos los valles y gargantas de las Alpujarras, difundiendo vegetación, fertilidad y hermosa verdura de esmeralda por una prolongada cadena de numerosos y encantadores valles”. Granada y Almería, siempre con escasa lluvias, no serían las mismas sin la reserva de agua que como pantano es la nieve, ni sentirían esas frescas brisas veraniegas.

El Veleta

El Veleta

Antes de la proliferación de los frigoríficos subían los neveros con sus caballerizas a la sierra para cargarlas de nieve en verano y bajar con ella en el fresco de la noche y así venderla por la ciudad. De ellos ha quedado su tradicional “Camino de los Neveros”, que sube desde Granada, pasa por la Fuente de Los Neveros, el Purche, las faldas del Dornajo hasta la base del Veleta. La administración actualmente lo ha recuperado como Cañada Real, en esa lucha en que ahora se encuentra en no perder los usos de los terrenos por donde pasaba tradicionalmente el ganado trashumante. Al igual que los Ayuntamientos sacan a concurso el pasto de sus terrenos en la sierra para uso del ganado, ocurría con el derecho a la distribución de esa nieve occidental, su comercialización periódicamente se subastaba por el gobierno municipal. Una de las familias que heredó ese derecho de disponer de la nieve, lleva años reclamando a la estación de esquí una compensación económica por el “uso” de la nieve, pretendiendo cobrar un canon por cada esquiador.

Una de las costumbres que se están perdiendo en el deshielo son “los careos”. Se trata de una forma de aprovechar las aguas que descienden por el río para alimentar a los acuíferos. Las acequias de careos se cargan de agua en los tramos altos de los ríos para soltarla después en las laderas de la sierra, ayudando a su filtración. Gracias a estos careos y a las filtraciones del resto de las acequias, los numerosos pequeños manantiales que existen, no se secan durante el verano. Ocurre ahora que pueblos como los del valle de Poqueíra con un fuerte desarrollo turístico han abandonado prácticamente la agricultura y sus careos. Así año tras año han ido perdiendo un espléndido verdor en sus distintas laderas, produciéndose un cambio en el paisaje, mas seco y por tanto con problemas de incendios. Y así nos encontramos que en pueblos de los mas altos de la Sierra, donde el agua era un bien abundante tanto que las casas aún no tienen contadores, que llegan a tener restricciones de agua. Una incongruencia en esas vertientes de la sierra.

Trevélez

Trevélez

En cuanto al desarrollo comarcal en los pueblos agrícolas y turísticos como el de Trevélez, por ejemplo, está mejor «visto» socialmente el joven que trabaja en la hostelería que el que lo hace en la agricultura. (Es así por la diferente compensación económica entre las dos actividades).

El suizo Christian Spanhi escribió hace 40 años “Las Alpujarras son el lugar del mundo donde el hombre encuentra razones para vivir”. Pero estas razones no perduran eternamente. La población vive fundamentalmente de una agricultura en decadencia, una ganadería que ha predominado de autoconsumo y una abandonada minería con un turismo en auge. Se vive una regresión demográfica desde principios de siglo (como característica rural), por esas difíciles posibilidades económicas comarcales, acentuadas por la filoxera que destruyó el viñedo alpujarreño y provocó una fuerte emigración.

En sentido inverso se ha visto como llegaron colonos mas o menos hippies, aunque la mayoría no perduraron por el paso de la moda, el trabajo duro y la convivencia difícil. Otros se han reconvertido en pequeños empresarios, artesanos que han montado bares, restaurantes o tiendas de antigüedades.

Si que ha perdurado Sierra Nevada como lugar de meditación . Será el hecho de que algunos de sus valles recuerdan a distintas zonas del Himalaya: paisajes áridos y con fuertes pendientes, terrazas abancaladas y casas con techos planos construidas en piedra. Distintos centros de retiro o desarrollo personal descansan a mas de 1.500 mts en la cara sur de la sierra:
Entre Soportújar y Pampaneira fundó el lama Yeshé el primer centro budista de España visitándolo el Dalai Lama en 1.982 y bautizándolo con el nombre de O Sel Ling, que significa «Lugar de Luz Clara», punto de encuentro para el budismo de tradición tibetana. El padre Peter, de origen chino, creó su centro de Tai Chí en el Cortijo de Cortes, camino de Mecina Bombarón. Desde el pueblo de Bérchules, al otro lado del barranco, se escuchaban los sonidos emitidos desde su era cuando realizaban sus ejercicios.El monje budista Hôgen Yamahata, después de realizar numerosos cursos por toda Europa, eligió la Alpujarra como lugar para fundar su centro. Hay que subir andando durante una hora y media por un camino real para llegar desde el pueblo de Yegen a JIKO AN.

Tradicionalmente Sierra Nevada ha sido un lugar de “encontrarse a sí mismo”, de detener el tiempo, de reflexión, de relajación. Fidel Fernández, uno de los primeros montañeros penibéticos escribió en 1.931 en su libro “Sierra Nevada”: “Aquí encontré bálsamos milagrosos que ayudaron a cicatrizar heridas del alma, que parecían incurables”.

La grandeza de esta sierra ya la vemos en un piropo granadino: “Tienes el corazón mas caliente que Sierra Elvira y más grande que Sierra Nevada”. El Parque Nacional de Sierra Nevada, además de ser el mas alto es el de mayor extensión de entre los españoles cubre la mitad de la superficie del Parque Natural, la más especial, la mas alta, sus cumbres. Hagamos un recorrido por ellas para así conocerlo. Empezando en el oriente por las montañas más bajas, para encontrarnos con las cumbres que superan los 3.000 mts en el poniente. Así de este a oeste, siguiendo el camino del sol, se atraviesan casi 100 km.

Aldea de Montenegro

Aldea de Montenegro

Partimos de Montenegro, raramente nevado como su propio nombre indica, por su baja altitud (1.710 mts) y su proximidad al desierto de Tabernas. Tras un collado nos ponemos en la Polarda, primera cumbre de mas de 2.000 mts (2.250 mts). Antes de llegar a su cumbre, al salir del pinar, se divisan con una característica luz azulada, las montañas de Cabo de Gata introduciéndose en el Mediterraneo. En su cara sur, un refugio vivac nos invita a pernoctar. Pasamos a las Torrecillas, un grupo de cumbres que sobresalen de una especie de altiplano. Desde la 3ª, la mas alta, se divisan ya las cumbres de la Alcazaba y el Mulhacén, las más impresionantes pero desde aquí lejanas y pequeñas. Tras cruzar el Rayo (2.420 mts) se llega al Buitre, una caseta de vigía lo delata, esperemos que la contigua y abandonada construcción para el retén de incendios desaparezca para mejorar su entorno.
De esta hilera montañosa (formada también junto al Tajo de la Cruz, la Cumbre, el Cerro Almirez) largas lomas y profundos barrancos bajan hacía el sur hasta que se cortan con el río Andarax, y hacia el norte, escarpados y abruptos tajos descansan sobre los pueblos de las Tres Villas.

El Cerro del Almirez (2.517 mts) es una montaña con forma de pirámide truncada, de un almirez puesto al revés. Verdaderamente el mejor mirador de toda Sierra Nevada, infinitud de líneas contrapuestas quieren definir este macizo. Por el sur suben los alisos y por el norte los arces.

En su collado, en una larga hondonada se sitúa la laguna Seca, la primera de las 42 lagunas que se forman en Sierra Nevada, pierde su agua en verano, de ahí su nombre.

El Chullo

El Chullo

El Chullo (2.610 mts) es él mas alto de la provincia de Almería y el primero de la Granadina. Hunde sus laderas sobre los primeros pueblos del altiplano del Marquesado donde sobresale sobre un cerrete el Castillo de la Calahorra. Esta fortaleza de estilo medieval, cuenta en su interior con un palacete renacentista de balaustradas italianas y mármol de Carrara. Y un cráter de 1.500 mts de diámetro de los derrubios de las minas de Alquife, que extraían a cielo abierto mineral de hierro, explotadas ya desde la época romana.

Por las faldas del Chullo se abre paso el Puerto de la Ragua, 2.000 mts de altura, se ha acondicionado para practicar el esquí de fondo y es paso para vehículos que cruzan la sierra (abarrotado los domingos de invierno por familias que vienen a ver la nieve).
Los siguientes puertos, el del Lobo (2.412 mts), el Collado del Puerto (2.621 mts), el de Jérez (2.873 mts), el de Trevélez (2.798 mts), son también pasos naturales para cruzar a pié entre la Alpujarra al sur y el Marquesado al norte. En la posguerra, en su época estival, eran rutas de los marchantes y estraperlistas. Entre estos puertos sobresale el San Juan (2.788 mts.), la montaña que dibujaría un niño pequeño, paraíso para practicar esquí de travesía, sin peligro de grietas ni aludes.

Y llegamos a los 3.000 m. El Picón de Jérez (3.088 mts) es el que está situado mas al norte, con él termina el altiplano del Marquesado y esa finca del Camarate donde viven los toros sueltos. Da paso al Lavadero de la Reina, una repetición de continuas cascadas llenas de leyenda. También tiene leyenda la laguna de Vacares, situada debajo del Puntal de Vacares (3.129 mts), quizás por ser la mas profunda de todas. Por ella pasaban los condenados a galeras que desde Granada les llevaban al puerto de Almería. Tenían que ascender por la loma del Calvario y la cuesta que aún se llama de los Presidiarios.

La Alcazaba (3.366 mts) es la tercera en altitud, la más inaccesible y, como su nombre indica con aires de fortaleza, es de las más especiales. También impresiona el glaciar que se conserva entre esta cumbre y su vecina la del Mulhacén: la Cañada de Siete Lagunas. Entre la Altera y la Hondera, el agua va discurriendo entre un sinfín de lagunillas. En verano siempre se ven las cabras montesas bebiendo de sus aguas.
Para medir la altura del Mulhacén en el s.XIX el botánico Simón de Rojas Clemente tubo que bajar desde su cumbre nivelando hasta la playa de Castell de Ferro cruzando la sierra de la Contraviesa, a la vez que iba estudiando las distintas plantas que encontraba en el camino. Los militares utilizaron otro sistema, y así se conservan en la cumbre las ruinas donde habitaron mas de un mes para conseguir buenas condiciones de visibilidad y poder observar las luces que emitían desde los montes de Argelia (M’Sabilia y Filhaussen) y la Tetica de Bacares al NE en la sierra de Filabres. Ahora hace 125 años que se consiguió, después de muchos preparativos, realizar un enlace geodésico entre Europa y Africa y así unir mediante los trabajos de triangulación, el mapa de ambos continentes.

Aún está en el recuerdo el intento del Ministerio de Defensa de instalar estos años atrás un radar en la cumbre del Mulhacén. No ha existido en Granada en las últimas décadas una manifestación popular con tanta fuerza como la que paralizó dicha construcción militar sobre la cumbre donde se encuentra enterrado el último rey moro del reino de Granada. El médico montañero Lorenzo Arribas fue un buen precursor en esta campaña. A la vez trabajó en un proyecto para la recuperación de la zona de las cumbres del Poqueíra consiguiendo que no hubiera ninguna construcción (el antiguo Refugio de Félix Méndez), en las orillas de la laguna de Río Seco (3.013 mts) y que se crease el refugio de Poqueíra 500 mts mas abajo.

Laguna Caldera del Mulhacén

Laguna Caldera del Mulhacén

En las faldas del Mulhacén se sitúa una de las lagunas más grandes de la sierra, la laguna de la Caldera. Diego Martín, en su libro “La Suiza Andaluza” (1.894) nos la describe: “La creencia popular de que dicha laguna está encantada, que comunica directamente con el mar, que se oyen en su seno rumores de cantos extraños, que de sus ondas surgen sombras de almas en pena…”. Lo cierto es que fue la primera laguna que se contaminó debido a su proximidad con la carretera “mas alta de Europa”, como se presumía. La Delegación de Medio Ambiente afortunadamente apostó estos años atrás por su cierre.

En la ladera norte del Mulhacén, en la Laguna de la Mosca nace el río Genil. Estas crestas de mas de tres mil metros separan la vertiente norte, la atlántica, hidrológicamente hablando, de la sur o mediterránea.

En la siguiente cumbre, el Veleta, segunda de mas altura (3.327 mts), en su cara norte un corral tan abierto hace sentir vértigo a cualquier experto que se asoma. Y en su cara noreste comienza el mundo de la estación de esquí. Sus 50 km de pistas ocultan los desmontes sufridos y el encauzamiento del río Monachil para adaptar el terreno a los esquiadores.

La última cima de tres mil metros es el Caballo (3.013 mts), la más meridional de todas. Pero desde este recorrido por las cumbres, donde se encuentran las condiciones ecológicas más excepcionales de toda la sierra, bajamos a otros lugares únicos, algo mas abajo como son los puntiagudos Alayos de Dílar, la pirámide del Trevenque, o los tajos de los Cahorros en el río Monachil.


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