Distancia y tiempo entre núcleos urbanos.
El sendero parte del barrio alto deLaroles a 1.043 m. de altitud, desde donde se divisan las techumbres planas cubiertas de launa de las casas de todo el pueblo. Sobresale en el paisaje la torre de la Iglesia del Rosario que recuerda más el alminar de una mezquita, sorprendiendo su cúpula cubierta de lajas de pizarra. Al fondo destaca el valle del Río Grande de Adra, una cuenca que tras coger las aguas de Sierra Nevada, desciende de norte a sur directamente al Mediterráneo, abriéndose paso entre la Sierra de Gádor y la Sierra de la Contraviesa.
La carretera (antigua C-431) la tenemos que dejar a la salida de Laroles en dirección a Mairena, pasada la era de los Rubios, para tomar el camino conocido como el de la Sierra o a los Molinos. Esta pista que va entre almendros la dejamos cuando pasa frente a un corral, para seguir por la tradicional vereda que sale a la izquierda remontando por un antiguo molino. Si es primavera, podremos ver deslizarse sobre la «Piedra de la Resvalaera» el agua que lleva su acequia. Al dejar el molino atrás se junta la vereda con una bifurcación de la pista, ahí tomamos el desvío de la izquierda que cruza, entre una encina y un serbal, la acequia que sirvió para alimentar los nueve molinos que había en esta zona.
Al poco de pasar otro molino, dejamos un desvío a la izquierda que va a una cantera ya abandonada: un «tejar». La pista anterior que subía a la derecha va también a una cantera de este tipo pero en uso.
En la Alpujarra Oriental se denomina teja a la laja que se coloca en el techo de las casas encima de los palos y debajo de la launa. En la Alpujarra Occidental la teja es la cerámica de forma curva que se pone en los tejados, y a la laja de piedra que nos hemos referido se le llama losa. Estas lajas además se utilizan para la construcción de zócalos, aleros y suelos.
Al acercarnos a unos hermosos chopos, seguimos a la izquierda para adentrarnos en el barranco y cruzar el río a la altura de un pequeño salto de agua que se forma entre dos piedras cubiertas de helechos. Una fuerte y larga pendiente nos adentra en los castañares. Al final cuando volvamos a ver el bosque de helechos nos encontramos a la derecha una pequeña ruina de un cortijo de piedra y justo encima, la pista que seguiremos hacia la izquierda.
Ahora por la pista disfrutamos de un apacible paseo. Ya vimos esta loma cuando marchábamos por enfrente cubierta de castaños y encinas en las zonas altas y sus barrancos con las riberas tapizadas de vegetación. Por el camino distinguimos también árboles frutales que nos acompañarán por todo el sendero como son higueras, cerezos, almendros, olivos y nogales.
El paseo nos introduce suavemente en el pueblo de Júbar. Lo primero que vemos entre cultivos abancalados regados por la acequia real es su Iglesia, con la torre de origen árabe y el cementerio atrás.
Júbartiene tan solo 60 habitantes. Cruzamos todo el pueblo por sus encantadoras calles de casas bajas con macetas de geranios en sus balcones. Atravesaremos también la plaza para tomar el camino de las eras al fondo a la derecha.
El sendero a Mairena sale de una fuente de dos caños por la que emana agua no clorada y que a la vez alimenta a un lavadero situado bajo ella.
Enseguida encontramos otra fuente no clorada, » la fuente del Barranco». Al salvar éste tomamos la vereda de la izquierda y cruzamos una acequia bajo una higuera y un morero. Atravesamos un pequeño barranquillo para adentrarnos de frente por un pequeño encinar, adornado por un suave muro de piedra. A esta vereda acomete primero un ramal de una pista que tendremos que cruzar, y enseguida otra pista principal, de las que suben a la Sierra, que también traspasaremos para llegar, junto al Barranco del Cerro, al cruce de la carretera que da acceso a Júbar. Andamos hacia el oeste unos metros por la carretera principal para tomar a la derecha una vereda adornada por chumberas e higueras. Pasamos por encima de la «Era del Ejido», (Ejido significa tierra baldía de una comunidad a la salida del lugar), y tras ella se vuelve a contemplar la torre de la Iglesia que nos avisa que llegamos pronto a Mairena.
Mairena, de 268 habitantes, se ha unido junto a las poblaciones de Júbar, Laroles y Picena y han formado recientemente el municipio de Nevada. Recorremos el pueblo de este a oeste, por su barrio alto, bordeamos su Iglesia y nos encontramos en un balcón, a la altura de 1.100 m, con unas vistas impresionantes, amplias y muy contrastadas.
Después de dejar las últimas casas llegamos a la Era Baja: de esta placeta sale el sendero a Nechite.
Bajamos al río obviando una trocha que se precipita a la izquierda, lo cruzamos junto a un antiguo molino ahora habitado por unos chopos y marchamos sobre la loma salpicada de encinas que forman los ríos Mairena y Nechite.
Pasados unos olivos y un almez no tomamos una vereda que baja a la izquierda a la carretera, sino el camino de la derecha que pasa sobre una era y más arriba cruza una acequia. Tras una fuerte pendiente ascendente alcanzamos una pista de tierra. Tenemos que estar atentos en seguirla solo hasta que nos encontremos a la izquierda el desvío de nuestra vereda. Por ésta vamos franqueando la loma de Garridos. Llegamos a un barranquillo por el que seguimos un poco, y al salir nos asombramos con las vistas sobre Nechite y de toda la loma este del Monte de San Juan.
Al adentrarnos en el barranco y cruzar por un puente el Río Nechite salimos a una pista que nace allí. Esta pista llega hasta el barrio alto de Nechite, conocido como San Blas. Nosotros la dejamos, después de pasar por un enorme castaño y desechar un ramal que sube a la derecha, para por la vereda de la izquierda llegar hasta el barrio de en medio llamado de Santa Lucía. Esta senda tiene a un lado huertas y al otro, muros de piedra sobre los que descansan en su orilla unos morales. (Más adelante cuando lleguemos a Válor, nos encontraremos con moreras, que no morales, que son las primeras a las que le nacen las hojas que primero comen los gusanos de seda.) Antes de entrar a Sta. Lucía tenemos entre higueras y nogales la fuente del Rojo y a la salida del barrio a la derecha, frente a una chopera, la fuente Martín.
Nechite tiene tres barrios. Al igual que la mayoría de los pueblos alpujarreños está dividido y adaptado al terreno según la orografía. Pero este pueblo no ha vivido un crecimiento urbano que los haya llegado a juntar, sino que siguen claramente diferenciados, separados por hermosos vergeles de huertas, bellos jardines y un barranco repleto de vegetación; por algo Nechite significará alegría.
Por encima de la fuente Martín cruzamos la pista ya cementada que baja del barrio alto y seguimos hacia Válor por una vereda que en su mayor parte le acompaña una acequia, bajo la sombra de los castaños. Tenemos que estar atentos de no tomar el camino a la izquierda, por donde baja el agua que riega los bancales cuando echan la acequia. Al continuar recto nos encontramos un camino que se nos acaba pronto, y volvemos otra vez a seguir junto a una acequia, que en un principio la encontramos cementada.
Esta senda termina encima del pueblo deVálorsobre la carretera que sube a la Sierra. Arriba se ubica la fábrica de «Los Cortijuelos» donde elaboran los quesos de leche de cabra de la comarca. Y abajo a pocos metros tenemos el pueblo, donde podemos probarlos junto con unas perdices en escabeche.
A la Inversa
Si el sendero lo recorremos en dirección oeste – este, emplearemos un tiempo parecido. El trayecto de Válor a Júbar se tarda algo mas y el de Júbar a Laroles se tarda quizás algo menos en andarlo.
De Mairena a Júbar se toma el sendero a la salida del pueblo en dirección a Laroles. En la primera curva de la carretera dejamos ésta para subir junto al Barranco del Prado, por una vereda en la que nos asombran sus piedras tan brillantes cargadas de mica.
De Júbar a Laroles tenemos que tener en cuenta no tomar un desvío en la pista, junto a una cerca metálica, que sube a la izquierda. Por lo tanto siempre seguiremos el carril principal, y no lo abandonaremos hasta que encima de la pista encontremos un corral junto a un castaño. Se la llama el «Repartidor», porque es el sitio donde la acequia reparte cada cuatro días el agua para Júbar o para Laroles. Sobre la pista indica un hito que hay que salirse por la vereda. Baja el sendero por un castaño grande para encontrarse la senda hacia la derecha.